Oficiónate

Los protagonistas de Oficiónate

El medio

La integridad relacional
El instinto innato de avanzar y descubrir

Cada segundo de nuestra vida transcurre en una suerte continua de “relación”. Vamos a elevar y escudriñar el concepto.

Las relaciones son el circuito infinito donde nos movemos, todo se torna en relación, cada acción, cada pensamiento, cada gesto, … ¿Entre quienes podemos decir que existe relación?

  • Con nosotros mismos: Nuestro cerebro está en constante relación consigo mismo, con la información que tiene y que recibe. Esto lo hace de forma automática y también lo llevamos de forma consciente. Cuando razonamos, pensamos en algo, analizamos, etc. estamos estableciendo un dialogo con nosotros mismos que nos lleva a filtrar y tomar decisiones.
  • Con los demás. La relación se establece a todos los niveles y aparentemente de la misma forma. Aquí el interlocutor está fuera de nosotros y por tanto el “entendimiento” puede verse afectado con facilidad.
  • Con todo tipo de “objetos”. Aunque en este caso ese dialogo forma parte del primer punto, es con nosotros mismos.

Nuestro cerebro pasa cada segundo en constante “relación”, incluso cuando dormimos las ideas y procesos de relación con la información almacenada se tornan sueños muchas veces cargados de incoherencias. Es el instinto innato de “pensar, cuestionar, descubrir, mezclar cosas sin sentido” nuestro cerebro está vivo porque nunca deja de cruzar y evaluar información. El peligro dominante en las relaciones son «los malentendidos», fruto del desconocimiento la incomprensión, la suposición … y a menudo dan malos resultados.

Es esa necesidad de conocer/se, comprender/se y aceptar/se lo que llamamos “integral”. No podemos establecer relaciones integrales con los demás, si no lo hacemos primero con nosotros mismos. Conocerte, comprenderte, aceptarte, darte permiso, son pasos previos para poder aplicarlo con los demás. El desconocimiento de nuestras capacidades y recursos, tiene su origen en una pobre y/o desalineada relación interior. Es aquí donde comenzamos a tomar conciencia de que somos y como establecemos estas relaciones para que jueguen a nuestro favor y no en nuestra contra. Se trata de conocer bien el vehículo o dispositivo que manejamos (nosotros mismos).

Relaciones integrales – Acuerdos integrales
El acuerdo a tres niveles

  • Para que una relación funcione de forma eficaz es importante que las partes CONOZCAN y ACUERDEN sus expectativas personales.
  • Como miembro de un equipo es necesario conocer las expectativas del resto de componentes.
  • Para fomentar la innovación es necesario alinear lo más posible a las personas con sus motivaciones intrínsecas.
  • Este tipo de acuerdo crea un espacio inclusivo y de confluencia donde la persona desarrolla libremente su potencial.
  • El equipo abraza la creatividad y la innovación si se dan las condiciones y esto incluye el sentido de protección.
  • Para que un equipo innove, deben tener foco y apoyo en la desarrollo e implementación de ideas.
  • Un acuerdo integro entre personas no puede olvidar las expectativas personales «bajo la mesa.»

El vehículo

Los niveles neurológicos: la esencia del SER
Conoce la máquina que estás manejando

Existen muchas representaciones de lo que llamamos Niveles Neurológicos y que componen lo que en esencia SOMOS. Quizás la metáfora más vista sea el iceberg que representa muy bien lo que se ve a simple vista en una persona y como conforme queremos llegar más a la esencia de la persona, ésta se encuentra más profunda y más oculta. A veces incluso los niveles más profundos llega a ignorarlos nuestro propio consciente, al menos en parte y es ahí donde más a menudo nos traicionarnos.

A mí personalmente me gusta usar la metáfora de una suerte de “columna” que nos soporta y de cuyo equilibrio depende nuestro bienestar emocional (felicidad). De esta forma los niveles que más soportan nuestro peso (nuestras contradicciones), son los niveles más profundos. Éstos son los que se proyectan hacia arriba y es conveniente que lo hagan de una forma más o menos alineada. Nuestra identidad (sentido del yo) se encuentra en el penúltimo escalón hacia abajo, aunque realmente cuando juzgamos «eres un/a», generalmente lo hacemos (mal) sobre comportamientos que rara vez nos definen, estaría mejor dicho «te comportas como un/a».

En la base de lo que somos, en lo más profundo se encuentra lo “transpersonal” lo que es más importante que el “yo”, nuestra misión en el mundo, nuestra pertenencia, nuestra espiritualidad, nuestra solidaridad. Este nivel, arrastra a todo lo demás y desde ahí es de donde podemos hacer nuestras más grandes acciones (tanto para bien como para mal).

A la hora de tomar consciencia de uno mismo para avanzar, es imprescindible saberse y saber repasar nuestros niveles para ver desde donde debemos fijar las acciones para avanzar. Así decimos que corregimos si actuamos en el nivel más visible, que generamos cuando lo hacemos sobre nuestras capacidades y creencias y por último evolucionamos cuando actuamos sobre, valores, identidad y nuestra misión. Es en este último nivel es donde se producen las alineaciones más espectaculares que impulsan a la persona a los más grandes logros.

Adaptando la frase de Don Alberto Einstein «No podemos resolver los problemas con el mismo nivel de pensamiento que usamos cuando se crearon”, podríamos decir que cuando tenemos un bloqueo en alguno de los niveles neurológicos, debemos profundizar (descender) al menos un nivel para conseguir desbloquear.

Mantén el sistema actualizado y optimizado
Desarrolla, actualiza y cuida (TE) eres tu soporte

Ya hemos visto como nuestra forma de relacionarnos (interactuar) con nosotros mismos y con los demás, está íntimamente relacionada con los filtros derivados de nuestros recursos internos y la forma en la que los desarrollamos y mantenemos desde la consciencia.

Haciendo una analogía atrevida, sería como comparar estos recursos con el conjunto de programas que componen el sistema operativo o base de todo Smartphone. Si el usuario no se ocupa de su correcta actualización y mantenimiento, el dispositivo puede volverse lento y poco fiable. Las aplicaciones (en nuestro caso capacidades, competencias, aptitudes, …) que instalemos sobre ese sistema, van a funcionar mal, van a rendir poco y van a ser poco fiables. También puede pasar que un exceso de aplicaciones instaladas sobre un dispositivo mal ajustado de base, lleve al dispositivo a colapsarse con frecuencia, a sobre calentarse, a consumir su batería demasiado rápido y a tener que reiniciarlo a menudo.

¿Te suenan estos síntomas a efectos similares en las personas?. Lento, espeso y poco fiables (personas sin motivación en su puesto, sin iniciativa). Sobre cargado y con bloqueos continuos (personas con estrés, agresividad, ansiedad en el puesto) Demasiadas veces, instalamos e instalamos sobre nuestro sistema, herramientas muy potentes que nos cuesta mucho adquirir (nuevos conocimientos, aptitudes, equipos) y la mala gestión de nuestros recursos base, hace que todo ese esfuerzo de instalar nuevas capacidades por encima tenga como retorno malestar, frustración y pobres resultados.

Siguiendo con la metáfora y siendo muy atrevido, debajo te muestro lo que vendría a ser a grandes rasgos los componentes de nuestro sistema operativo base. ¿Te va apeteciendo conocer más a fondo los tuyos?

Núcleo del Sistema (Consciencia)

Neuro conocimiento
Niveles neurológicos
Inteligencia emocional

Estructura y recursos (Capacidad)

Entorno, integridad y relaciones
Motivación y Resiliencia
Creatividad y crecimiento
Comunicación (Asertividad, PNL, escucha)
Atención plena, concentración

Gestión del sistema
(Fiabilidad)

Gestión de energía
Mantenimiento del sistema
Ubicación
Planificación
Objetivación y medición
Networking

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