Está de moda lo táctil. Vivimos rodeados de dispositivos táctiles que, al accionarlos, realizan cualquier función prevista. Y parece que preferimos esto a la aventura de tocar las teclas de nuestros congéneres que provocarían reacciones divergentes, imprevistas incluso para ellos.
El pensamiento divergente está guay pero no somos divergentes porque lo pensemos. Lo somos porque nuestro cuerpo lo es en potencia . Tenemos por todo el cuerpo sensores que, al ser tocados, nos separan poco a poco de lo previsto, provocando diversidad y vida.
Vida que es sólo un instante, un fogonazo, un flechazo. El resto son explicaciones de lo que ya sabemos, o de lo que sabemos que no sabemos, relatos que terminan por construir todo aquello que alguna día podrá encontrarse en google.
Google, donde se cuenta que el ser humano también avanza por fricción.